lunes, 11 de febrero de 2013

1.2 El México Prehispánico


Como dato histórico, se tiene la referencia de que México fue proveedor de diversos animales a Europa a raíz de la llegada de los españoles, por lo  que muchos animales exóticos llegaron al viejo continente, los cuáles muchos morían durante el viaje. Los que sobrevivían estaban destinados en su mayoría a colecciones privadas. En lo que respecta a México, el rey Nezahualcóyotl fue el creador del primer jardín botánico y el primer zoológico de América en Tezcutzingo, un pequeño cerro al Oriente del reino de Texcoco. 

Varios son los estudios sobre animales en la época prehispánica, principalmente del llamado Zoológico de Moctezuma, espacio de la antigua Tenochtitlán y cuyo tema ha sido de gran interés para los estudiosos.  Aunque hay que destacar que para los aztecas la flora y la fauna era interpretada con carácter esencialmente religioso:

“…en los seres vivos veían la representación más o menos temible de las deidades y la manifestación de sus poderes sobrenaturales. Para ellos, los animales míticos o los existentes desempeñaban una misión relevante en sus teogonías y tradiciones. Su conocimiento formaba parte del culto esotérico, reservado a unos cuantos elegidos. Esa zoología religiosa o esotérica constituía un principio de ciencia de los animales y tenía su contrapartida práctica en la crianza y explotación que los habitantes del Anáhuac hicieron de sus abundantes y variados recursos faunísticos”[1]

Así pues, para remitirnos al primer registro de un zoológico de México es necesario tocar el tema de Mesoamérica, en donde el hombre y la naturaleza formaban un binomio indivisible: “El mundo prehispánico fue poseedor de una vasta cultura botánica, y sus conocimientos zoológicos no fueron menores. Tan es así, que las representaciones zoomorfas en los códices tenían nombres precisos para designarlas, tal es el caso de los capullos de los insectos, a los que llamaban cochipilot, de cochi, dormir y pilot, colgar, el que duerme colgado.”[2]

En una investigación realizada por Alicia Blanco y un equipo de investigadores acerca del Zoológico de Moctezuma, se revisaron cuatro documentos de la Colonia, las cuales fueron escritas por personas que estuvieron en México Tenochtitlán antes de su conquista y que tuvieron la posibilidad de visitar dicho sitio.

Las cuatro obras revisadas fueron:

·         Las segunda y tercera cartas de Relación de Hernán Cortés a Carlos I de España.

·         La historia verdadera de la Conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo

·         La Relación hecha por el Señor Andrés de Tapia sobre la Conquista de México

·         La Carta del Licenciado Zuazo escrita entre 1521-1522[3]

Los primeros relatos que hablan sobre el magnífico zoológico de Moctezuma son cartas escritas del conquistador Hernán Cortés. En ellas, Hernán Cortés escribió  a Carlos I, rey de España, “…la descripción detallada de los aviarios bien cuidados y por donde corrían las aguas cristalinas y en donde a cada especie de ave se le alimentaba con una dieta especifica a sus necesidades. Mencionaba que se contaba con un equipo de 300 personas destinadas exclusivamente a la atención de los animales y su salud. La colección también incluía grandes jaulas de madera que alojaban carnívoros.”[4]

“…Tenía una casa…donde tenía un hermoso jardín con ciertos miradores que salían sobre él… tenía diez estanques de agua, don de tenía todos los linajes de aves de agua que en estas partes se hallan…, domésticas; y para las aves que se crían en la mar, eran los estanques de agua salada… y a cada género de aves se daba aquel mantenimiento que era propio a su natural y con que ellas en el campo se mantenían… había para tener cargo de éstas a trescientos hombres, que en ninguna cosa entendían. Había otros hombres que solamente entendían en curar las aves que adolecían… tenía otra casa muy hermosa donde tenía un gran patio losado a manera de un gran juego de ajedrez y las casas eran hondas cuanto estado y medio, y tan grandes como seis pasos en cuadra… y la mitad era cubierto… de losas, y la mitad que quedaba por cubrir tenía encima una red de palo muy bien hecha; y en cada una de estas casas había un ave de rapiña; comenzando de cernícalo hasta águila… y en lo cubierto de cada una de estas casas había un palo como alcándra…y otro fuera debajo de la red… daban todos los días de comer gallinas, y no otro mantenimiento. Había… salas grandes y bajas, todas llenas de jaulas grandes de muy gruesos maderos muy bien labrados y encajados… había leones, tigres, lobos, zorras y gatos de diversas maneras…”[5]

 
Imagen 06: Versión digitalizada del plano de Nüremberg. En el cuál se representa (B) la ciudad de México-Tenochtitlán con su centro ceremonial. La casa de animales, representada por un cuadro en cuyo interior hay ocho organismos incluidos en otros tantos cuadritos, se encontraba en el extremo opuesto del Templo Mayor, es decir, al suroeste del centro ceremonial.  
Fuente: Toussaint M., Gómez de Orozco F., Fernández J., Planos de la ciudad de México siglos XVI y XVII. Estudio Histórico, Urbanístico y Bibliográfico. XVI Congreso Internacional de Planificación y de la Habitación. México: Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Departamento del Distrito Federal. 1990. Citado en Alicia Blanco, et. al., El Zoológico de México ¿Mito o realidad?, AMMVEPE, Volumen 20, Numero 2, Marzo-Abril 2009, p. 30.
Por las descripciones, el zoológico de Moctezuma estaba ubicado en la parte de atrás del Palacio de Axayacatl y ocupaba una superficie considerable; Corría desde la actual calle de Tacuba hasta la avenida 16 de Septiembre, teniendo su frente en lo que hoy es Isabel la Católica y completando el cuadro con la calle de San Francisco, actualmente Madero.[6] Se extendía desde su inicio en el palacio mismo, con el totocalli o casa de las aves, la tecuancalli o casa de las fieras y el recinto dedicado a serpentario.[7]
Por su parte Bernal Díaz del Castillo mencionó lo siguiente:

“… la casa de las aves, y por fuerza he (de) detenerme en contar cada género, de qué calidad eran. Digo que desde águilas reales y otras águilas más chicas y otras muchas maneras de aves de grandes cuerpos, hasta pajaritos muy chicos, pintados de diversos colores, también donde hacen aquellos ricos plumajes que labran de plumas verdes, y las aves de estas plumas son el cuerpo de ellas a manera de las picaces que hay en nuestra España; llámanse en esta tierra quezales; y otros pájaros que tienen la pluma de cinco colores, que es verde y colorado y blanco y amarillo y azul; éstos no sé como se llaman. Pues papagayos de otras diferenciadas colores tenían tantos que no se me acuerdan los nombres de ellos; dejemos patos de buena pluma y otros mayores, que les querían parecer, y de todas éstas aves les pelaban las plumas en tiempos que para ello era convenible, y tornaban a pelechar, y todas las más aves que dicho tengo criaban en aquella casa, y al tiempo de encoclar  tenía cargo de echarles sus huevos ciertos indios e indias que miraban por las todas las aves  y de limpiarles sus nidos y darles de comer; y esto a cada género de aves lo que era su mantenimiento. Y en aquella casa dicho tengo que había un gran estanque de agua dulce, y tenía en él otra manera de aves muy altas de zancas y colorado todo el cuerpo y alas y cola; no sé el nombre de ella, mas en la isla de Cuba las llamaban ipiris a otras como ellas; y también en aquel estanque había otras muchas reales de aves que siempre estaban en el agua.
 
… otra casa… todo género de alimañas, de tigres y leones de dos maneras, unos que son de hechura de lobos, que en esta tierra se llaman adives y zorros, y otras alimañas chicas, y todas estas carniceras se mantenían con carne, y las más de ellas criaban en aquella casa, y las deban de comer venados, gallinas, perrillos y otras que cazaban…
Pues más tenían en aquella maldita casa muchas víboras y culebras emponzoñadas, que traen en la cola uno que suena como cascabeles; éstas son las peores víboras de todas, y teníanlas en unas tinajas y en cántaros grandes, y en ellas mucha pluma, y allí ponían sus huevos y criaban sus viboreznos; y les daban a comer de los cuerpos de los indios que sacrificaban y otras carnes de perros de los que ellos solían criar.
 
… Digamos ahora las cosas infernales, cuando bramaban los tigres y leones, y aullaban los adives y zorros, y silbaban las sierpes, era grima oírlo y parecía infierno”[8]

Andrés Tapia, uno de los capitanes de Cortés mencionó:

“…Este Moctezuma tenía una casa con muchos patios é aposentos en ella, donde tinie ropa y otras cosas, é en esta casa, en algunos  patios della, tenía en jaulas grandes leones é tigres é onzas, carnicero semejante al  jaguar/é lobos é raposos/zorros/, en cantidad cada uno por sí; é en otros patios tenía en otra manera de jaulas  halcones de muchas maneras é águilas é gavilanes é todo género de aves de rapiña, é era cosa de ver cuán abundantemente daba carne á comer á todas éstas aves é fieras, é la mucha gente que habie para el servicio destas; é habié en esta casa en tinajas grandes é en cántaros culebras é víboras asaz/bastante/; é todo esto era no mas que por manera de grandeza…, é tenía otra casa donde tinie todas las aves de agua que se pueden pensar, é de toda otra manera de aves, cada género de aves por sí; y es ansí sin falta, que en el servicio destas aves se ocupaban mas de seiscientos hombres, é habie en la misma casa donde apartaban las aves que enfermaban é las curaban…”[9]

Por último, el licenciado Zuazo, civil que acompañaba a Cortés, deja constancia de la existencia de la casa de los animales de Moctezuma en una carta escrita entre 1521 y 1522: “…Tenía Moctezuma por grandeza una casa en que tenía mucha diversidad de sierpes é animalias bravas, en que había tigres, osos, leones, puercos monteses, víboras, culebras, sapos, ranas é otra mucha diversidad de serpientes y de aves, hasta gusanos; é cada cosa de estas en su lugar, é jaulas como era menester”[10]

Cronistas que platicaron con personas que conocieron el “zoológico de Moctezuma”

(Tomo II, página 485-486) “… Hablemos ahora de los palacios y casas de campo… Moctezuma, su emperador,… posee en lugares apartados tres grandes palacios con que hacer llevaderas las molestias del verano.
… La segunda esta destinada a las aves rapaces, como buitres, águilas y demás de presa y carniceras. Cada una tiene su celdilla, abierta sobre un gran patio, con dos palos fijos, uno exterior para tomar el sol, y otro dentro para dormir. Las celdillas están separadas por carrizos interpuestos, y el entero patio se halla cubierto arriba con redes de madera, de manera que todas las aves disfruten del cielo y vuelen en seguridad, en la parte asignada a cada una. Lo tocante a las aves acuáticas es algo maravilloso; las que tienen costumbre de vivir en el mar, las ponen en estanques salados, y, en cambio, las que frecuentan en agua dulce, van a parar a piscinas de este líquido, que en determinadas épocas del año  se vacían y limpian diligentemente, para llenarse de de nuevo. A cada clase de aves, según su naturaleza, los criados les echan de comer peces, hierbas y granos de maíz que les facilitan los mayordomos y administradores de Moctezuma… hay otras azoteas desde las cuales puede Moctezuma contemplar los movimientos y combates de todas las aves, sobre todo cuando les echan de comer.
La tercera casa es para los leones, tigres, lobos, zorras y otros rapaces de este género encerrados asimismo en sus cubiles y compartimientos. A estos animales feroces se los alimenta con pavos, de los que hemos hablado bastante…”[11]
 

Y respecto del texto náhuatl de la obra de Fray Bernardino Sahagún se indica:


“Capítulo ocho, el cual habla de las casas en las cuales estaban los esclavos.
… Totocalli: ahí los mayordomos guardaban las diversas aves – águilas, ibis, tordos, pericos amarillos, pericos chicos, pericos grandes, faisanes. Y están todos los varios artistas con su trabajo: los artesanos del oro, de la plata y del cobre, los trabajadores de la pluma, pintores, cortadores de roca, trabajadores de mosaicos de piedra verde, talladores de madera. Cuidadores de animales silvestres, mayordomos, quienes guardaban a todos los animales silvestres: jaguares, lobos, leones de montaña, linces”[12]

Lo anterior revela que la información obtenida queda claro que las CASAS DE ANIMALES, de tiempos prehispánicos eran espacios reservados para unas pocas personas  y que los objetivos  básicos eran de tipo religioso y político, no ornamental y definitivamente no para el pueblo.

Por lo anterior es necesario poner en cuestión el concepto de zoológico para dicha temporalidad, ya que ubicándonos en tiempo y lugar, la concepción prehispánica era diferente. En el estricto sentido del concepto (zoológico? cabe  mencionar que éste se estableció en México el 6 de julio de 1923 cuando el ingeniero Joaquín Pedrero Córdoba colocó la primera piedra del zoológico de México: el zoológico de Chapultepec.

Aquí hay que reflexionar acerca de la idea del concepto de colección del zoológico de Moctezuma y por ende de un aprovechamiento del conocimiento;  los pobladores de Mesoamérica en general obtenían de la caza, pesca y recolección las proteínas de peces, ranas, ajolotes, iguanas y numerosas aves silvestres así como armadillos, conejos, coatís, tepezcuintles y venados, entre otros; cabe señalar que los insectos también desempeñaron un papel importante en su alimentación. Entre ellos están los chapulines, Sphenarium sp., hormigas de miel, Mirmecocystis mellinger, escamoles, Lasius eskamoles, jumiles, atizies, gusanos de maguey y larvas de algunas mariposas. “…Esto debido a la carencia de animales domésticos, pues sólo contaban con algunas especies como el perro, el guajolote, Meleagris gallopavo, y la chachalaca, Ortalis vetula[13]
Sin embargo, es de acentuar que el interés por los animales no se centró únicamente en las especies que utilizaron en la alimentación.
“…Tuvieron amplios conocimientos de la ecología y de la biología de las diversas especies de su entorno. Conocieron e identificaron muchas especies por el canto, por la forma y el tipo de nido, por la época de reproducción, por el número y la morfología del huevo, por las huellas, por las excretas, por el pelo, por las mudas, por el tipo de madriguera. La relación que tuvieron con los animales fue estrecha, dejaron constancia de la utilidad de la grasa, de partes blandas o partes óseas del cuerpo de ciertas especies, con fines puramente medicinales.”[14]
Otras especies bien reconocidas fueron pródigas como filtros y otras más para curar penas de amores. Fue muy apreciado el colorante rojo que obtuvieron del insecto Dactylopius coccus, al que los indígenas conocían con el nombre de nocheztli, sangre de la tierra, y al que los españoles nombraron cochinilla de la grana”[15]

Dentro de lo destacado en estas descripciones del zoológico de Moctezuma, es de reconocer la labor de los hombres conocedores de la zoología, ya que es de admirar la manera en cómo éstos tenían separados a los animales, por familias o especies. Asimismo se destaca la gran habilidad que poseían en la disección y embalsamiento de los mamíferos.[16]

 De los antiguos pobladores de México se han heredado el gusto por el cultivo de plantas y el cuidado pro los animales. Sin embargo, los avances de la ciencia y de la tecnología, aunados al atropellado desarrollo del hombre han propiciado desequilibrios ecológicos y severos problemas ambientales. En consecuencia, se han afectado los ecosistemas y la biodiversidad, poniendo en grave peligro plantas, animales y el propio ser humano. Actualmente los zoológicos constituyen una herramienta que apoya la conservación de la fauna silvestre.[17]

 


Imagen 07 . Códice azteca donde se demuestra el cultivo de plantas y el cuidado de animales.

 

 



[1] Lourdes Navarijo Ornelas, “Los zoológicos: ¿Cuál es su misión cultural?”, Revista Ciencias. Número especial. 7 de mayo de 1993, p. 73.
[2] José Ramírez Pulido,  Luis Alberto Talavera Cisneros y Noé González-Ruiz, La zoología: pasado, presente y futuro, La enciclopedia de las Ciencias  y la Tecnología en México, UAM Iztapalapa, http://www.izt.uam.mx/cosmosecm/ZOOLOGIA.html
[3] Alicia Blanco, et. al., El Zoológico de México ¿Mito o realidad?, AMMVEPE, Volumen 20, Numero 2, Marzo-Abril 2009, p. 29.
[4] “Historia del Zoológico de Chapultepec”, Zoológico de Chapultepec, http://www.chapultepec.df.gob.mx/index.php
[5] Hernán Cortés en su Segunda Carta de relación al rey Carlos I de España, V de Alemania, escrita en Segunda de la Frontera el 30 de Octubre de 1520. Hernán Cortés, Cartas y Documentos. México: Bibliotca Porrúa #2, Porrúa, 1963. Citado en Alicia Blanco, et. al., El Zoológico de México ¿Mito o realidad?, AMMVEPE, Volumen 20, Numero 2, Marzo-Abril 2009, p. 29.
[6] Lourdes Navarijo Ornelas, El valor biológico y sociocultural del parque-zoológico de Chapultepec, tesis profesional, Facultad de Ciencias, UNAM, México, 1976, citado en Lourdes Navarijo Ornelas, “Los zoológicos: ¿Cuál es su misión cultural?”, Revista Ciencias. Número especial. 7 de mayo de 1993, p. 73.
[7] González de Silva H. Olivera de Ita. A. editores, Conservación de aves. México NFWF, CIPAMEX, CONABIO, 2003.
[8] Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España. México: biblioteca Porrúa #6, Porrúa, 1968. Citado en Alicia Blanco, et. al., El Zoológico de México ¿Mito o realidad?, AMMVEPE, Volumen 20, Numero 2, Marzo-Abril 2009, pp. 30-31.
[9] J. García, Colección de Documentos para la Historia de México. México: Biblioteca Porrúa Nº 47. Porrúa 1980. Citado en Alicia Blanco, et. al., El Zoológico de México ¿Mito o realidad?, AMMVEPE, Volumen 20, Numero 2, Marzo-Abril 2009, p. 31.
[10] J. García, Colección de Documentos para la Historia de México. México: Biblioteca Porrúa Nº 47. Porrúa 1980. Citado en Alicia Blanco, et. al., El Zoológico de México ¿Mito o realidad?, AMMVEPE, Volumen 20, Numero 2, Marzo-Abril 2009, p. 31.
[11] Como se indicó, en este caso tenemos a Pedro Mártir de Anglería, quien en su obra menciona las pláticas que tuvo con diversos soldados de Cortés y la información que le proporcionaron respecto de Moctezuma, la conquista de la capital mexica y diversas peculiaridades  de ésta, por ejemplo, las casas de animales. Pedro Mártir de Anglería, Décadas del Nuevo Mundo. México: José Porrúa e Hijos, Sucs.; 1964-1965. Citado en Alicia Blanco, et. al., El Zoológico de México ¿Mito o realidad?, AMMVEPE, Volumen 20, Numero 2, Marzo-Abril 2009, p. 31.
[12] Bernardino de Sahagún, Códice Florentino, Libro VIII. México D. F. Secretaría de Gobernación, 1979. Citado en Alicia Blanco, et. al., El Zoológico de México ¿Mito o realidad?, AMMVEPE, Volumen 20, Numero 2, Marzo-Abril 2009, p. 32.
[13] Elí de Gortari, 1979, "La Ciencia en la Historia de México", Grijalbo, 446 p, México.
[14] José Ramírez Pulido,  Luis Alberto Talavera Cisneros y Noé González-Ruiz, La zoología: pasado, presente y futuro, La enciclopedia de las Ciencias  y la Tecnología en México, UAM Iztapalapa, http://www.izt.uam.mx/cosmosecm/ZOOLOGIA.html
[15] Elí de Gortari,  1979, "La Ciencia en la Historia de México", Grijalbo, 446 p, México.
[16] Elí de Gortari, 1979, "La Ciencia en la Historia de México", Grijalbo, 446 p, México.
[17] Centros de conservación del siglo XXI. Los zoológicos de la ciudad de México. Dirección general de los zoológicos de la ciudad de México. Memorias 2001-2006. Gobierno del Distrito Federal. Secretaría del Medio Ambiente.

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