Como
dato histórico, se tiene la referencia de que México fue proveedor de diversos
animales a Europa a raíz de la llegada de los españoles, por lo que muchos animales exóticos llegaron al
viejo continente, los cuáles muchos morían durante el viaje. Los que
sobrevivían estaban destinados en su mayoría a colecciones privadas. En lo que
respecta a México, el rey Nezahualcóyotl fue el creador del primer jardín botánico y el primer zoológico de América en
Tezcutzingo, un pequeño cerro al Oriente del reino de Texcoco.
Varios son los estudios sobre animales en la época
prehispánica, principalmente del llamado Zoológico de Moctezuma, espacio de la
antigua Tenochtitlán y cuyo tema ha sido de gran interés para los
estudiosos. Aunque hay que destacar que
para los aztecas la flora y la fauna era interpretada con carácter
esencialmente religioso:
“…en los seres vivos
veían la representación más o menos temible de las deidades y la
manifestación de sus poderes sobrenaturales. Para ellos, los animales míticos
o los existentes desempeñaban una misión relevante en sus teogonías y
tradiciones. Su conocimiento formaba parte del culto esotérico, reservado a
unos cuantos elegidos. Esa zoología religiosa o esotérica constituía un
principio de ciencia de los animales y tenía su contrapartida práctica en la crianza
y explotación que los habitantes del Anáhuac hicieron de sus abundantes y
variados recursos faunísticos”[1]
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Así pues, para remitirnos al primer registro de un
zoológico de México es necesario tocar el tema de Mesoamérica, en donde el
hombre y la naturaleza formaban un binomio indivisible: “El mundo prehispánico fue
poseedor de una vasta cultura botánica, y sus conocimientos zoológicos no
fueron menores. Tan es así, que las representaciones zoomorfas en los códices
tenían nombres precisos para designarlas, tal es el caso de los capullos de los
insectos, a los que llamaban cochipilot, de cochi, dormir y pilot, colgar, el
que duerme colgado.”[2]
En una
investigación realizada por Alicia Blanco y un equipo de investigadores acerca
del Zoológico de Moctezuma, se revisaron cuatro documentos de la Colonia, las
cuales fueron escritas por personas que estuvieron en México Tenochtitlán antes
de su conquista y que tuvieron la posibilidad de visitar dicho sitio.
Las cuatro
obras revisadas fueron:
·
Las
segunda y tercera cartas de Relación de Hernán Cortés a Carlos I de España.
·
La
historia verdadera de la Conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo
·
La
Relación hecha por el Señor Andrés de Tapia sobre la Conquista de México
·
La
Carta del Licenciado Zuazo escrita entre 1521-1522[3]
Los primeros relatos que hablan sobre el magnífico
zoológico de Moctezuma son cartas escritas del conquistador Hernán Cortés. En
ellas, Hernán
Cortés escribió a Carlos I, rey de
España, “…la descripción detallada de los aviarios bien cuidados y por donde
corrían las aguas cristalinas y en donde a cada especie de ave se le alimentaba
con una dieta especifica a sus necesidades. Mencionaba que se contaba con un
equipo de 300 personas destinadas exclusivamente a la atención de los animales
y su salud. La colección también incluía grandes jaulas de madera que alojaban
carnívoros.”[4]
“…Tenía una casa…donde tenía un
hermoso jardín con ciertos miradores que salían sobre él… tenía diez
estanques de agua, don de tenía todos los linajes de aves de agua que en
estas partes se hallan…, domésticas; y para las aves que se crían en la mar,
eran los estanques de agua salada… y a cada género de aves se daba aquel
mantenimiento que era propio a su natural y con que ellas en el campo se
mantenían… había para tener cargo de éstas a trescientos hombres, que en
ninguna cosa entendían. Había otros hombres que solamente entendían en curar
las aves que adolecían… tenía otra casa muy hermosa donde tenía un gran patio
losado a manera de un gran juego de ajedrez y las casas eran hondas cuanto
estado y medio, y tan grandes como seis pasos en cuadra… y la mitad era
cubierto… de losas, y la mitad que quedaba por cubrir tenía encima una red de
palo muy bien hecha; y en cada una de estas casas había un ave de rapiña;
comenzando de cernícalo hasta águila… y en lo cubierto de cada una de estas
casas había un palo como alcándra…y otro fuera debajo de la red… daban todos
los días de comer gallinas, y no otro mantenimiento. Había… salas grandes y
bajas, todas llenas de jaulas grandes de muy gruesos maderos muy bien
labrados y encajados… había leones, tigres, lobos, zorras y gatos de diversas
maneras…”[5]
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Imagen 06: Versión digitalizada del plano de Nüremberg. En el
cuál se representa (B) la ciudad de México-Tenochtitlán con su centro
ceremonial. La casa de animales, representada por un cuadro en cuyo interior
hay ocho organismos incluidos en otros tantos cuadritos, se encontraba en el
extremo opuesto del Templo Mayor, es decir, al suroeste del centro
ceremonial.
Fuente: Toussaint M., Gómez de Orozco F., Fernández J.,
Planos de la ciudad de México siglos XVI y XVII. Estudio Histórico,
Urbanístico y Bibliográfico. XVI Congreso Internacional de Planificación y de
la Habitación. México: Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
Departamento del Distrito Federal. 1990. Citado en Alicia
Blanco, et. al., El Zoológico de México ¿Mito o realidad?, AMMVEPE, Volumen
20, Numero 2, Marzo-Abril 2009, p. 30.
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Por las
descripciones, el zoológico de Moctezuma estaba ubicado en la parte de atrás
del Palacio de Axayacatl y ocupaba una superficie considerable; Corría desde la
actual calle de Tacuba hasta la avenida 16 de Septiembre, teniendo su frente en
lo que hoy es Isabel la Católica y completando el cuadro con la calle de San
Francisco, actualmente Madero.[6]
Se
extendía desde su inicio en el palacio mismo, con el totocalli
o casa de las aves, la tecuancalli o casa de las
fieras y el recinto dedicado a serpentario.[7]
Por su
parte Bernal Díaz del Castillo mencionó lo siguiente:
“… la casa de las aves, y por fuerza he (de) detenerme en contar cada
género, de qué calidad eran. Digo que desde águilas reales y otras águilas
más chicas y otras muchas maneras de aves de grandes cuerpos, hasta pajaritos
muy chicos, pintados de diversos colores, también donde hacen aquellos ricos
plumajes que labran de plumas verdes, y las aves de estas plumas son el
cuerpo de ellas a manera de las picaces que hay en nuestra España; llámanse
en esta tierra quezales; y otros pájaros que tienen la pluma de cinco
colores, que es verde y colorado y blanco y amarillo y azul; éstos no sé como
se llaman. Pues papagayos de otras diferenciadas colores tenían tantos que no
se me acuerdan los nombres de ellos; dejemos patos de buena pluma y otros
mayores, que les querían parecer, y de todas éstas aves les pelaban las
plumas en tiempos que para ello era convenible, y tornaban a pelechar, y
todas las más aves que dicho tengo criaban en aquella casa, y al tiempo de
encoclar tenía cargo de echarles sus
huevos ciertos indios e indias que miraban por las todas las aves y de limpiarles sus nidos y darles de
comer; y esto a cada género de aves lo que era su mantenimiento. Y en aquella
casa dicho tengo que había un gran estanque de agua dulce, y tenía en él otra
manera de aves muy altas de zancas y colorado todo el cuerpo y alas y cola;
no sé el nombre de ella, mas en la isla de Cuba las llamaban ipiris a otras
como ellas; y también en aquel estanque había otras muchas reales de aves que
siempre estaban en el agua.
… otra casa… todo género de alimañas, de tigres y leones de dos maneras,
unos que son de hechura de lobos, que en esta tierra se llaman adives y
zorros, y otras alimañas chicas, y todas estas carniceras se mantenían con
carne, y las más de ellas criaban en aquella casa, y las deban de comer
venados, gallinas, perrillos y otras que cazaban…
Pues más tenían en aquella maldita casa muchas víboras y culebras
emponzoñadas, que traen en la cola uno que suena como cascabeles; éstas son
las peores víboras de todas, y teníanlas en unas tinajas y en cántaros
grandes, y en ellas mucha pluma, y allí ponían sus huevos y criaban sus
viboreznos; y les daban a comer de los cuerpos de los indios que sacrificaban
y otras carnes de perros de los que ellos solían criar.
… Digamos ahora las cosas infernales, cuando bramaban los tigres y
leones, y aullaban los adives y zorros, y silbaban las sierpes, era grima
oírlo y parecía infierno”[8]
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Andrés
Tapia, uno de los capitanes de Cortés mencionó:
“…Este
Moctezuma tenía una casa con muchos patios é aposentos en ella, donde tinie
ropa y otras cosas, é en esta casa, en algunos patios della, tenía en jaulas grandes
leones é tigres é onzas, carnicero semejante al jaguar/é lobos é raposos/zorros/, en
cantidad cada uno por sí; é en otros patios tenía en otra manera de
jaulas halcones de muchas maneras é
águilas é gavilanes é todo género de aves de rapiña, é era cosa de ver cuán
abundantemente daba carne á comer á todas éstas aves é fieras, é la mucha
gente que habie para el servicio destas; é habié en esta casa en tinajas
grandes é en cántaros culebras é víboras asaz/bastante/; é todo esto era no
mas que por manera de grandeza…, é tenía otra casa donde tinie todas las aves
de agua que se pueden pensar, é de toda otra manera de aves, cada género de
aves por sí; y es ansí sin falta, que en el servicio destas aves se ocupaban
mas de seiscientos hombres, é habie en la misma casa donde apartaban las aves
que enfermaban é las curaban…”[9]
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Por último, el licenciado Zuazo, civil que
acompañaba a Cortés, deja constancia de la existencia de la casa de los
animales de Moctezuma en una carta escrita entre 1521 y 1522: “…Tenía Moctezuma
por grandeza una casa en que tenía mucha diversidad de sierpes é animalias
bravas, en que había tigres, osos, leones, puercos monteses, víboras, culebras,
sapos, ranas é otra mucha diversidad de serpientes y de aves, hasta gusanos; é
cada cosa de estas en su lugar, é jaulas como era menester”[10]
Cronistas que platicaron con personas que
conocieron el “zoológico de Moctezuma”
(Tomo II,
página 485-486) “… Hablemos ahora de los palacios y casas de campo…
Moctezuma, su emperador,… posee en lugares apartados tres grandes palacios
con que hacer llevaderas las molestias del verano.
… La
segunda esta destinada a las aves rapaces, como buitres, águilas y demás de
presa y carniceras. Cada una tiene su celdilla, abierta sobre un gran patio,
con dos palos fijos, uno exterior para tomar el sol, y otro dentro para
dormir. Las celdillas están separadas por carrizos interpuestos, y el entero
patio se halla cubierto arriba con redes de madera, de manera que todas las
aves disfruten del cielo y vuelen en seguridad, en la parte asignada a cada
una. Lo tocante a las aves acuáticas es algo maravilloso; las que tienen
costumbre de vivir en el mar, las ponen en estanques salados, y, en cambio,
las que frecuentan en agua dulce, van a parar a piscinas de este líquido, que
en determinadas épocas del año se
vacían y limpian diligentemente, para llenarse de de nuevo. A cada clase de
aves, según su naturaleza, los criados les echan de comer peces, hierbas y
granos de maíz que les facilitan los mayordomos y administradores de
Moctezuma… hay otras azoteas desde las cuales puede Moctezuma contemplar los
movimientos y combates de todas las aves, sobre todo cuando les echan de
comer.
La tercera
casa es para los leones, tigres, lobos, zorras y otros rapaces de este género
encerrados asimismo en sus cubiles y compartimientos. A estos animales
feroces se los alimenta con pavos, de los que hemos hablado bastante…”[11]
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Y respecto del texto náhuatl de la obra de Fray
Bernardino Sahagún se indica:
“Capítulo
ocho, el cual habla de las casas en las cuales estaban los esclavos.
…
Totocalli: ahí los mayordomos guardaban las diversas aves – águilas, ibis, tordos,
pericos amarillos, pericos chicos, pericos grandes, faisanes. Y están todos
los varios artistas con su trabajo: los artesanos del oro, de la plata y del
cobre, los trabajadores de la pluma, pintores, cortadores de roca,
trabajadores de mosaicos de piedra verde, talladores de madera. Cuidadores de
animales silvestres, mayordomos, quienes guardaban a todos los animales
silvestres: jaguares, lobos, leones de montaña, linces”[12]
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Lo anterior revela que la información obtenida
queda claro que las CASAS DE ANIMALES, de tiempos prehispánicos eran espacios
reservados para unas pocas personas y
que los objetivos básicos eran de tipo
religioso y político, no ornamental y definitivamente no para el pueblo.
Por lo anterior es necesario poner en cuestión
el concepto de zoológico para dicha temporalidad, ya que ubicándonos en tiempo
y lugar, la concepción prehispánica era diferente. En el estricto sentido del
concepto (zoológico? cabe mencionar que
éste se estableció en México el 6 de julio de 1923 cuando el ingeniero Joaquín
Pedrero Córdoba colocó la primera piedra del zoológico de México: el zoológico
de Chapultepec.
Aquí hay que reflexionar acerca de la idea del concepto
de colección del zoológico de
Moctezuma y por ende de un aprovechamiento del conocimiento; los pobladores de Mesoamérica en general
obtenían de la caza, pesca y recolección las proteínas de peces, ranas, ajolotes,
iguanas y numerosas aves silvestres así como armadillos, conejos, coatís,
tepezcuintles y venados, entre otros; cabe señalar que los insectos
también desempeñaron un papel importante en su alimentación. Entre ellos están
los chapulines, Sphenarium sp.,
hormigas de miel, Mirmecocystis mellinger, escamoles,
Lasius eskamoles, jumiles, atizies,
gusanos de maguey y larvas de algunas mariposas. “…Esto debido a la carencia de animales domésticos, pues sólo contaban con
algunas
especies como el perro, el guajolote, Meleagris gallopavo, y
la chachalaca, Ortalis vetula”[13]
Sin embargo, es de acentuar
que el interés por los animales no se centró únicamente en las especies que
utilizaron en la alimentación.
“…Tuvieron amplios
conocimientos de la ecología y de la biología de las diversas especies de su
entorno. Conocieron e identificaron muchas especies por el canto, por la
forma y el tipo de nido, por la época de reproducción, por el número y la
morfología del huevo, por las huellas, por las excretas, por el pelo, por las
mudas, por el tipo de madriguera. La relación que tuvieron con los animales
fue estrecha, dejaron constancia de la utilidad de la grasa, de partes
blandas o partes óseas del cuerpo de ciertas especies, con fines puramente
medicinales.”[14]
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Dentro de lo destacado en estas
descripciones del zoológico de Moctezuma, es de reconocer la labor de los
hombres conocedores de la zoología, ya que es de admirar la manera en cómo
éstos tenían separados a los animales, por familias o especies. Asimismo se
destaca la gran habilidad que poseían en la disección y embalsamiento de los
mamíferos.[16]
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Imagen 07 .
Códice azteca donde se demuestra el cultivo de plantas y el cuidado de
animales.
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[1] Lourdes
Navarijo Ornelas, “Los zoológicos: ¿Cuál es su misión cultural?”, Revista Ciencias. Número especial. 7 de mayo de
1993, p. 73.
[2] José Ramírez
Pulido, Luis Alberto Talavera Cisneros y
Noé González-Ruiz, La zoología: pasado, presente y futuro, La enciclopedia de
las Ciencias y la Tecnología en México,
UAM Iztapalapa, http://www.izt.uam.mx/cosmosecm/ZOOLOGIA.html
[3] Alicia
Blanco, et. al., El Zoológico de México ¿Mito o realidad?, AMMVEPE, Volumen 20,
Numero 2, Marzo-Abril 2009, p. 29.
[4] “Historia
del Zoológico de Chapultepec”, Zoológico de Chapultepec, http://www.chapultepec.df.gob.mx/index.php
[5] Hernán Cortés en su Segunda Carta de relación al rey Carlos I de
España, V de Alemania, escrita en Segunda de la Frontera el 30 de Octubre de
1520. Hernán Cortés, Cartas y Documentos. México: Bibliotca Porrúa #2, Porrúa,
1963. Citado en Alicia Blanco, et. al., El Zoológico de México ¿Mito o
realidad?, AMMVEPE, Volumen 20, Numero 2, Marzo-Abril 2009, p. 29.
[6] Lourdes
Navarijo Ornelas, El valor biológico y sociocultural del parque-zoológico de
Chapultepec, tesis profesional, Facultad de Ciencias, UNAM, México, 1976,
citado en Lourdes Navarijo Ornelas, “Los zoológicos: ¿Cuál es su misión
cultural?”, Revista Ciencias. Número
especial. 7 de mayo de 1993, p. 73.
[7] González de
Silva H. Olivera de Ita. A. editores, Conservación de aves. México NFWF,
CIPAMEX, CONABIO, 2003.
[8] Bernal Díaz
del Castillo, Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España. México:
biblioteca Porrúa #6, Porrúa, 1968. Citado en Alicia
Blanco, et. al., El Zoológico de México ¿Mito o realidad?, AMMVEPE, Volumen 20,
Numero 2, Marzo-Abril 2009, pp. 30-31.
[9] J. García,
Colección de Documentos para la Historia de México. México: Biblioteca Porrúa
Nº 47. Porrúa 1980. Citado en Alicia Blanco, et. al., El Zoológico de México
¿Mito o realidad?, AMMVEPE, Volumen 20, Numero 2, Marzo-Abril 2009, p. 31.
[10]
J.
García, Colección de Documentos para la Historia de México. México: Biblioteca
Porrúa Nº 47. Porrúa 1980. Citado en Alicia Blanco, et. al., El Zoológico de
México ¿Mito o realidad?, AMMVEPE, Volumen 20, Numero 2, Marzo-Abril 2009, p.
31.
[11] Como se
indicó, en este caso tenemos a Pedro Mártir de Anglería, quien en su obra
menciona las pláticas que tuvo con diversos soldados de Cortés y la información
que le proporcionaron respecto de Moctezuma, la conquista de la capital mexica
y diversas peculiaridades de ésta, por
ejemplo, las casas de animales. Pedro Mártir de Anglería, Décadas del Nuevo
Mundo. México: José Porrúa e Hijos, Sucs.; 1964-1965. Citado en Alicia Blanco,
et. al., El Zoológico de México ¿Mito o realidad?, AMMVEPE, Volumen 20, Numero
2, Marzo-Abril 2009, p. 31.
[12] Bernardino
de Sahagún, Códice Florentino, Libro VIII. México D. F. Secretaría de
Gobernación, 1979. Citado en Alicia Blanco, et. al., El Zoológico de México
¿Mito o realidad?, AMMVEPE, Volumen 20, Numero 2, Marzo-Abril 2009, p. 32.
[13] Elí de Gortari, 1979, "La Ciencia en la Historia de México",
Grijalbo, 446 p, México.
[14] José Ramírez
Pulido, Luis Alberto Talavera Cisneros y
Noé González-Ruiz, La zoología: pasado, presente y futuro, La enciclopedia de
las Ciencias y la Tecnología en México,
UAM Iztapalapa, http://www.izt.uam.mx/cosmosecm/ZOOLOGIA.html
[15] Elí de Gortari, 1979, "La
Ciencia en la Historia de México", Grijalbo, 446 p, México.
[16] Elí de Gortari, 1979, "La Ciencia en la Historia de México",
Grijalbo, 446 p, México.
[17] Centros de
conservación del siglo XXI. Los zoológicos de la ciudad de México. Dirección
general de los zoológicos de la ciudad de México. Memorias 2001-2006. Gobierno
del Distrito Federal. Secretaría del Medio Ambiente.
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