PRESENTACIÓN
La noción de patrimonio
cultural constituye una diversidad de expresiones que los pueblos generan a lo
largo de su devenir histórico; dentro de estas expresiones se pueden
identificar aquellas consideradas como tangibles (materiales) e intangibles
(inmateriales), las cuales por su valor propio son considerados relevantes
dentro de una sociedad y se transmiten a lo largo del tiempo para convertirse
en un legado que va moldeando la identidad de un determinado grupo social,
mostrando de esta manera valores culturales como expresiones de nacionalidad.
El concepto de patrimonio cultural “apareció como consecuencia lógica, cuando
las ciencias sociales definieron la cultura como elemento esencial de identificación,
indivisible e inalienable, que la sociedad hereda de sus antepasados con la
obligación de conservarlo y acrecentarlo para transmitirlo a las siguientes
generaciones”.[1]
La dimensión que el concepto de patrimonio cultural posee
incluye los diversos testimonios que el hombre va generando en el tiempo, los cuales son evidencia de sus
expresiones y cuyo valor es inestimable. Dentro de estas expresiones se van
integrando y fortaleciendo cada vez más aquellas consideradas como intangibles,
abarcando así tradiciones y costumbres consolidadas en un proceso de recreación
colectiva. Es entonces que se habla de que la noción de patrimonio no solo
incluye aspectos legados del pasado, sino también aquellos que caracterizan a
una sociedad en cualquier momento de la historia.[2] Es
así como la conformación del concepto de patrimonio cultural adquiere un
sinnúmero de expresiones y manifestaciones que van de lo individual a lo colectivo, así como en
diversos contextos, por lo que su universalidad es cada vez más evidente. En lo
referente al patrimonio cultural tangible, es interesante mencionar que este es
determinado bajo ciertos valores y criterios que deben demostrar que es
“necesario que estas sean reconocidas como propias y auténticas siendo asumidas
por la colectividad e incorporadas a la forma de vida de un grupo social y
transmitidas de generación en generación”.[3]
Pese a lo
anterior, en los últimos años el
concepto de patrimonio ha llevado a realizar diversas actividades encaminadas a
la protección de sobresalientes creaciones arquitectónicas y artísticas; obras
testimonio de una época, y cuya ubicación por lo general se encuentra dentro de
un ente vivo y dinámico como lo es la ciudad. Pero dicho concepto (patrimonio), se ha ampliado durante los últimos años con
cuestiones relativas a las artes y tradiciones populares, la arquitectura
urbana e industrial, paisajes rurales o incluso paisajes naturales creados por el hombre. Estos testimonios no
apreciados hasta entonces conllevan una dimensión estética que atañe
especialmente al paisaje. Sin embargo es incuestionable que se vive una época
de grandes contrastes. Uno de los mayores es el creciente interés por
salvaguardar plantas y animales, al mismo tiempo que los ecosistemas son
destruidos a un ritmo acelerado. En las últimas décadas esta situación ha sido
el tópico central de diversos foros, quedando planteada la importancia de la
diversidad biológica, lo que en estos momentos se traduce en un logro, el que
el medio físico y biológico sea aceptado como parte del patrimonio cultural
común de la humanidad.
Así pues, resulta trascendental tratar en el presente
trabajo la concepción espacial bajo la cual se origina el zoológico Benito
Juárez en Morelia, así como la misión cultural de su acervo natural. El
propósito central es el ofrecer un panorama del papel que ha desempeñado, para
así poder distinguir prioridades, tomando en consideración que las sociedades
de hoy deben de asumir su responsabilidad y fungir como las depositarias de las
riquezas que brinda la naturaleza en conjunción con la creatividad humana.
En términos generales y
desde una perspectiva actual, la importancia de los estudios de paisaje en los
zoológicos ha servido como “un instrumento que ayuda a comprender el papel que
juega el hombre en un medio ambiente, identificando áreas prioritarias,
valorando su estado y proyección”.[4] Sin
embargo, se debe estar consciente de que una interrelación ha fungido como una
constante en los estudios de paisaje, esta es la interrelación físico-ecológica
y cultural, la cual se sintetiza en una imagen final. Así, aunado a lo
anterior, el paisaje es definido como “la apreciación visual de un territorio, por
lo tanto es necesario incorporar la percepción que tienen los individuos del
mismo”.[5] Así, se habla de que la
percepción de un paisaje girará en torno a la persona de quien lo observa,
contempla, analiza y construye, dependiendo de su grado de apreciación o
interés sobre ciertos elementos físicos.
Se habla entonces que una
de las cualidades del paisaje es la composición física, a través de la cuál se
generan formas y escenarios visuales, los cuáles pueden ser percibidos por el
hombre. La complejidad que un paisaje genera, sugiere cierta organización para
el hombre en donde las formas y cada uno de los componentes están dispuestos todos ellos bajo un orden
espacial y temporal que, al ser
percibido por el hombre, le sugiere una cierta forma de organización – o de
desorganización – del territorio.
El análisis de la relación
de paisaje, zoológico y cultura expuesta, plantea un sinnúmero de inquietudes
en torno al papel que deben de desempeñar los zoológicos en la actualidad. El
problema prioritario es encontrar los mecanismos adecuados que permitan influir
en la actitud mental de los seres humanos en beneficio de de la naturaleza. Hay
que generar desde luego, los procesos de reconocimiento, comprensión y
valoración, pues no se puede conservar aquello a lo que no se le ha otorgado un
valor dentro de los contextos culturales actuales.
La educación y difusión
dirigida hacia los recursos naturales, constituye una necesidad apremiante, por
lo que, lo conducente es protocolizar la responsabilidad que tienen los
zoológicos para actuar como centros de educación ambiental, no formal, lo que
hace indispensable la adquisición de un carácter de obligatoriedad hacia las
actividades educativas y de difusión.
El zoológico permite enfatizar cómo la participación del hombre influye
en el medio y puede contribuir a su protección
o degradación. Además a través de su exhibición, se puede fomentar el
respeto hacia la fauna y mostrar la importancia de la convivencia. Ello tendría
como resultado el que los zoológicos adquieran un nivel de Centros de cultura ecológica cuya misión sea la de coadyuvar en la
formación de los hombres del mañana para que aprendan a asumir la gestión del
planeta. Se debe enseñar, en primera instancia, que la conservación del
patrimonio natural de un país es vital para la supervivencia misma de la
especie humana; en muchos casos el zoológico es la única forma real de contacto
con los seres vivos.
[1] Chanfón Olmos Carlos, Fundamentos
Teóricos de la restauración, UNAM, Facultad de Arquitectura, Tercera
Edición, México, 1996, p 53, citado en
Carlos Alberto Hiriart Pardo, La gestión del turismo cultural en Michoacán
y sus impactos en el patrimonio monumental de Morelia y Pátzcuaro, Tesis de
doctorado en arquitectura, Morelia, Universidad Autónoma de Aguascalientes,
Universidad de Colima, Universidad de Guanajuato y Universidad Michoacana de
San Nicolás de Hidalgo, 2006, p. 25.
[2] Carlos Alberto Hiriart
Pardo, La gestión del turismo cultural en Michoacán y sus impactos en el
patrimonio monumental de Morelia y Pátzcuaro, Tesis de doctorado en
arquitectura, Morelia, Universidad Autónoma de Aguascalientes, Universidad de
Colima, Universidad de Guanajuato y Universidad Michoacana de San Nicolás de
Hidalgo, 2006, p. 27.
[3] Pastor, Alfonso J. María,
“El patrimonio cultural como opción turística” en Revista Horizontes
Antropológicos (en línea), Vol.9, 003, No. 20, p. 6, [Fecha de consulta: 28
de junio de 2004],
<http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0104-71832003000200006&lng=pt&nrm=iso>
[4] Guillermina Fernández y Aldo Guzmán Ramos, “La importancia de los estudios de paisaje
para la ordenación y planificación del turismo: estudio de caso en Argentina”,
Instituto de Geografía UFU, España, [Fecha de consulta: 25 de marzo de 2007],
<http://www.ig.ufu.br/revista/volume13/artigo01_vol13.pdf>.
[5] Guillermina Fernández y Aldo Guzmán Ramos, “La importancia de los estudios de
paisaje para la ordenación y planificación del turismo: estudio de caso en Argentina”,
Instituto de Geografía UFU, España, [Fecha de consulta: 25 de marzo de 2007],
<http://www.ig.ufu.br/revista/volume13/artigo01_vol13.pdf>.
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